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jueves, 5 de diciembre de 2013

El cristiano ante las elecciones políticas

El cristiano ante las elecciones políticas

Hugo A. Cotro está completando sus estudios doctorales en Andrews University, Michigan. El contenido de esta sección ha sido adaptado de su libro ¿Qué dice la Biblia? Respuestas bíblicas para sus interrogantes (Buenos Aires, Argentina: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2005).


Pronto se celebrarán las elecciones en mi país y voy a votar por primera vez. Los eslóganes políticos y las declaraciones contradictorias de los diferentes candidatos no me están ayudando a decidir cuál de ellos es el más calificado y confiable. La ley de mi país requiere que todos los ciudadanos participemos en el proceso electoral. Algunos de mis amigos me están instando a votar en blanco para así dejar que Dios simplemente haga su voluntad soberana al respecto, pues dicen que según la Biblia: “‘Él quita reyes y pone reyes’” (Daniel 2: 21). ¿Qué consejo puede darme?


Respeto la manera de pensar de tus amigos, pero no creo que al votar en blanco estén de alguna manera allanando el camino a la “voluntad política” de Dios, en caso de que tal cosa existiera. Siguiendo el mismo razonamiento, si nada puede impedir que Dios cumpla su voluntad, daría lo mismo votar por cualquier candidato; ¿no te parece? Creo que Dios actúa en el mundo y en la historia por medio de seres humanos dispuestos a servir como sus agentes, de la misma manera como lo hace el mal. La única diferencia es que el mal siempre ha tenido voluntarios de sobra.
Desafortunadamente, en muchos casos el resultado de una elección tiene poco que ver con la voluntad de Dios. Por ejemplo, en Oseas 8: 4 el Señor dice: “Establecieron reyes, pero no escogidos por mí; constituyeron príncipes, mas yo no lo supe” (RV, 1960).
En la mayoría de los sistemas electorales, los votos en blanco terminan favoreciendo al candidato más votado. Eres afortunado de vivir en un país en el que tienes el privilegio de expresar tus preferencias políticas. Recuerda que, como alguien dijo hace mucho tiempo, aun “la peor de las democracias es mejor que la mejor de las dictaduras”. Tu voto cuenta.
Jesús indicó que los seres humanos tenemos que cumplir ciertas responsabilidades para con Dios y con las autoridades que ejercen el poder de gobernar la sociedad en la que vivimos (Mateo 22: 21; ver también Hechos 5: 29). Por esa razón, y a pesar de las imperfecciones de todo sistema político y electoral, ten en cuenta las siguientes preguntas orientadoras a la hora de evaluar a cada candidato y mientras te preparas para emitir tu voto:
¿Qué se conoce de la actividad política pasada de cada candidato? ¿Qué iniciativas tomaron y llevaron a cabo? ¿Han sido fieles en el cumplimiento de sus promesas electorales o terminaron cediendo a presiones y acomodándose a intereses sectoriales? ¿Cómo administraron los fondos públicos? ¿Cuál es la plataforma ideológica de los partidos que los respaldan? ¿En qué medida concuerdan sus proyectos y planes con los principios éticos expresados en la Biblia? ¿Quiénes son sus compañeros de fórmula y sus asesores?
¿Has leído sus declaraciones públicas? ¿Sus propuestas son realistas o simplemente están formuladas para captar el voto popular? ¿Hay buenas razones para confiar en que serán transparentes en el ejercicio de su función en caso de resultar electos? ¿Puede esperarse que respeten y hagan respetar el funcionamiento independiente de los poderes legislativo y judicial? ¿Es razonable creer que protegerán la libertad de conciencia y de expresión de todos los ciudadanos?
Hasta donde se sepa, ¿es la conducta personal del candidato un ejemplo digno de ser imitado? ¿Serán su entorno familiar inmediato y su vida privada un apoyo o un obstáculo para su función como líder y modelo de la comunidad?
Hay que reconocer que en un mundo imperfecto, algunas de estas preguntas son difíciles de responder. No obstante, este ejercicio te ayudará a desarrollar y tonificar tu musculatura cívica. Sé por experiencia que a menudo uno termina votando por el candidato que reúne los requerimientos básicos, y que es el menos objetable de acuerdo con nuestras convicciones. Como cristiano, es tu responsabilidad evaluar, decidir y ejercer tus derechos de ciudadano. Te animo, pues, a orar por el futuro de tu país y a votar de manera inteligente y con una conciencia esclarecida.

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