La identidad de los 24 ancianos
En vista
de que varios amigos y familiares me han consultado por la identidad de los 24
ancianos de Apocalipsis, aunque no tengo la costumbre de hacerlo, me pareció
bien hacer el siguiente comentario.
Debo
aclarar que esta interpretación es de carácter muy personal, pero basada en la
evidencia bíblica y en algunos comentadores.
Las citas
bíblicas entre comillas han sido extraídas íntegramente de la versión
Reina-Valera Revisión 1960 (RVR60).
Espero que
les sea de utilidad.
El Apocalipsis es un libro altamente
simbólico.
Lo primero
que debemos precisar es que el lenguaje del libro de Apocalipsis es altamente simbólico,
lo que incluye, obviamente, la mención de ciertos números en el relato de las
visiones. Por ejemplo, el número 7 (siete iglesias, siete sellos, siete trompetas,
siete plagas, etc.) es símbolo de plenitud. De esta cualidad apocalíptica
podemos entender que el número “24” también es simbólico.
También
algunos personajes del Apocalipsis son simbólicos: el dragón, el falso profeta,
Jezabel, los cuatro seres vivientes, el Cordero, etc. De aquí se desprende que
los “ancianos” deben ser símbolo de algo más. En esta simbología se incluyen
las características relacionadas con estos personajes: su número, su indumentaria,
sus responsabilidades, sus acciones, etc.
Reyes y sacerdotes
En primer lugar, el término “anciano” tanto en el Antiguo como en
el Nuevo Testamento es un símbolo de sabiduría y experiencia (Levítico 19: 32;
Job 12: 12; Proverbios 20: 29) como también de poder y autoridad (Éxodo 19: 7;
Deuteronomio 29: 10; Josué 24: 1; Marcos 8: 31; Hechos 14: 23). Por lo tanto,
los 24 ancianos son aquellos que han alcanzado un lugar de preeminencia que les
hace merecedores de estar en la presencia de Dios en comparación al resto de la
humanidad creada.
Por otro lado, se menciona que los 24 ancianos están “vestidos de
ropas blancas y coronas de oro en sus cabezas” (Apocalipsis 4: 4). Estas
características tienen relación con que ellos han sido hechos por Cristo “reyes
y sacerdotes” para Dios (Apocalipsis 5: 10). Este mismo Cristo es el que ha
sido inmolado y quien ha “redimido para Dios” a los 24 ancianos con su sangre de
“todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5: 9). La obra creadora y
redentora de Cristo le hace digno de la adoración de toda la creación,
incluyendo a los 24 ancianos, quienes le cantan un canto nuevo con sus arpas
(Apocalipsis 5: 8, 9) y se postran sobre sus rostros delante del Cordero ofreciéndole
sus coronas a sus pies (Apocalipsis 4: 10, 11; 5: 12-14; cf. Salmos 107: 32; Apocalipsis 11: 16; 19: 4).
Es notorio que es uno de los 24 ancianos quien llama la atención
de Juan hacia el Cordero inmolado, indicándolo como el único digno de desatar
los sellos, pues “ha vencido” (Apocalipsis 5: 5, 6) y que otro de los 24
ancianos presenta a Juan a una gran multitud vestida de vestiduras blancas
quienes “clamaban a gran voz,
diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y
al Cordero”. Y agrega: “Estos son los que han
salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de
Dios, y le sirven día y noche en su templo” (Apocalipsis 7: 9-17).
Ya Juan había mencionado al inicio de su libro que Jesucristo, el testigo fiel, el
primogénito de los muertos y soberano de los reyes de la tierra, por amor,
había lavado sus pecados y el de la iglesia “con su sangre” y que les había
hecho “reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” y, por tanto, le ofrecía su
adoración (“a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos”)
(Apocalipsis 1: 5, 6). Juan se identifica a sí mismo y a los redimidos con las
mismas cualidades que tienen los 24 ancianos. Esta realidad se repite más
adelante cuando Juan se refiere a los redimidos durante el milenio mencionando
que “serán sacerdotes
de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20: 6).
El concepto de “reyes y sacerdotes”
hace alusión al pueblo escogido por la gracia de Dios. A Israel, Dios le llamó
para ser su “especial
tesoro sobre todos los pueblos” y “un reino de sacerdotes, y gente
santa” (Éxodo 19: 5, 6). Debido a que Israel no cumplió este
cometido, Dios llamó a la iglesia, a quien el apóstol Pedro le llama “linaje escogido, real sacerdocio,
nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2: 9). El mismo
apóstol indica que la iglesia es edificada sobre la roca que es Cristo “como casa espiritual y sacerdocio santo,
para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”
(1 Pedro 2: 5). Esta idea fue conocida por los reformadores como el sacerdocio
de todos los creyentes. De igual forma, la función sacerdotal de los 24
ancianos está reforzada por el hecho de que todos tenían “copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones
de los santos” (Apocalipsis 5: 8; cf.
8: 3-5; Salmos 141: 2). Interesantemente, en tiempos del Templo de Salomón, los
sacerdotes estaban organizados en 24 turnos para ministrar en los servicios y
sacrificios que allí se realizaban (1 Crónicas 24: 1-19).
Si hurgamos un poco más en el Antiguo Testamento,
notamos que el rey y el sacerdote son símbolos o representantes del gobierno de
Dios en la tierra. El Señor habla y actúa por medio de los ministerios del rey
y del sacerdote, además del oficio del profeta (1 Crónicas 29: 22; cf. Deuteronomio 17: 18; Esdras 9: 7;
Nehemías 9: 32-34; Jeremías 13: 13). De igual manera, los 24 ancianos reconocen
su autoridad afirmando: “reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5: 10). Y a
los redimidos se les promete: “Al que venciere y guardare mis
obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con
vara de hierro” (Apocalipsis 2: 26, 27).
Dado que Juan se identifica a sí mismo y al pueblo
redimido por Cristo de todas las edades con los términos “reyes y sacerdotes”
entendemos que los 24 ancianos deberían ser un símbolo del pueblo de Dios de
todos los tiempos.
También es
interesante notar que los 24 ancianos se encuentran sentados en tronos
alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4: 4). Este detalle nos recuerda el
galardón prometido por Cristo para los vencedores, quienes se sentarán con él
en su trono tal como Él está sentado en el trono de Dios (Apocalipsis 3: 21).
Éstos redimidos son los mismos que durante el milenio están sentados sobre
tronos y recibirán la facultad de juzgar (Apocalipsis 20: 4). Son los redimidos
que juzgarán a los impíos durante el juicio de comprobación posterior al juicio
investigador (Apocalipsis 14: 7) y anterior al juicio final (Apocalipsis 20:
11-15). Esto nos recuerda que en las Escrituras eran los ancianos quienes se
sentaban en las puertas de la ciudad y juzgaban las causas de Israel (cf. Jueces 11: 10; Rut 4: 1-11;
Proverbios 31: 23). A esta imagen hace alusión la visión de Daniel al afirmar
que cuando llegó el “Anciano de días” (Daniel 7: 9),
el Juez de toda la tierra (Génesis 18: 25; Jeremías 25: 31), “se dio el juicio a los santos del Altísimo;
y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino” (Daniel 7: 22).
Otro aspecto interesante en cuanto a la identidad de los 24 ancianos es su relación con el santuario anti-típico. Si consideramos que el santuario/templo celestial es el modelo original del cual el santuario/templo terrenal era una "sombra", debería en este último haber una correspondencia en el celestial. El trono de Dios rodeado por el arco iris del pacto y por seres vivientes angelicales estaba representado en el arca del testimonio conteniendo las tablas de la ley y cubierta por el propiciatorio en el cual se encontraban los querubines (ver Apocalipsis 4: 1-11; 5: 1ss; 11: 19; Hebreos 8: 1, 2; entre otros). El altar de los sacrificios, el altar del incienso y el candelabro de oro también tienen su correspondencia en el resto de Apocalipsis (cf. 5; 8: 1-3; entre otros). En este contexto, ¿dónde está presente en el santuario celestial la mesa con los panes de la presencia del santuario terrenal? Bueno, la respuesta en simple: en los 24 ancianos. Los panes de la mesa eran horneados y puestos en el santuario cada sábado por una familia designada por los sacerdotes. Eran 12 pues representaban a las 12 tribus de Israel que, continuamente (y sobre todo en sábado), adoraban ante la presencia de Dios en el santuario. En este sentido, los 24 ancianos simbolizan a aquellos adoradores de todas las edades que se han postrado ante el soberano de todo el universo.
Otro aspecto interesante en cuanto a la identidad de los 24 ancianos es su relación con el santuario anti-típico. Si consideramos que el santuario/templo celestial es el modelo original del cual el santuario/templo terrenal era una "sombra", debería en este último haber una correspondencia en el celestial. El trono de Dios rodeado por el arco iris del pacto y por seres vivientes angelicales estaba representado en el arca del testimonio conteniendo las tablas de la ley y cubierta por el propiciatorio en el cual se encontraban los querubines (ver Apocalipsis 4: 1-11; 5: 1ss; 11: 19; Hebreos 8: 1, 2; entre otros). El altar de los sacrificios, el altar del incienso y el candelabro de oro también tienen su correspondencia en el resto de Apocalipsis (cf. 5; 8: 1-3; entre otros). En este contexto, ¿dónde está presente en el santuario celestial la mesa con los panes de la presencia del santuario terrenal? Bueno, la respuesta en simple: en los 24 ancianos. Los panes de la mesa eran horneados y puestos en el santuario cada sábado por una familia designada por los sacerdotes. Eran 12 pues representaban a las 12 tribus de Israel que, continuamente (y sobre todo en sábado), adoraban ante la presencia de Dios en el santuario. En este sentido, los 24 ancianos simbolizan a aquellos adoradores de todas las edades que se han postrado ante el soberano de todo el universo.
Finalmente,
entendemos que por “redimidos” incluimos a quienes han aceptado la salvación
ofrecida por el Cordero y le siguen por donde quiera que va. Son aquellos cuyo
nombre está inscrito en el libro de la vida del Cordero (Filipenses 4: 3;
Apocalipsis 3: 5; 13: 8; 20: 12; 21: 27) y que vivirán mirando el rostro del
Cordero por la eternidad (Apocalipsis 22: 3, 4). En este grupo reunimos a todos
los que antes y después de la primera venida del Mesías han hecho de Cristo su
Salvador. Por eso son 24. Son 12 que representan a los redimidos del Antiguo
Testamento, una clara mención de los descendientes de las 12 tribus de Israel,
y son 12 que representan a los redimidos del Nuevo Testamento, quienes
recibieron y aceptaron el evangelio predicado en sus inicios por los doce
apóstoles. Todos son reyes y sacerdotes, llamados a ser luz entre las naciones
y que recibirán la corona de la vida prometida para todos los que le aman (2
Timoteo 4: 8; 1 Pedro 5: 4; Santiago 1: 12; Apocalipsis 2: 10). Entonces se
cumplirá la promesa, “cuando Jehová
de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de
sus ancianos sea glorioso”
(Isaías 24: 23).
¿Quiénes son los 24 ancianos?
Entonces,
basado en la evidencia de las Escrituras tanto del Antiguo y del Nuevo
Testamento, podemos afirmar que los 24 ancianos son un símbolo de los redimidos
de todas las edades a los cuales el vidente Juan vio alrededor del trono de
Dios en profunda adoración por el acto soberano de la creación y por la redención ofrecida. Todos los que desde Abel
en adelante hasta el fin de los siglos han aceptado la justicia de Cristo como
única y suficiente para su redención están representados en esta majestuosa
visión de los capítulos 4 y 5 del Apocalipsis. Allí estamos simbolizados todos
nosotros quienes por la gracia de Dios estaremos morando en la presencia de
Dios por los siglos de los siglos, adorando eternamente, agradecidos por la
creación y por la redención. Amén.
Nota:
Otra
explicación al simbolismo de los 24 ancianos dice que son seres humanos reales
que están ante el trono de Dios. Se incluyen en este grupo a Enoc, Moisés,
Elías y a quienes ascendieron con Cristo como primicias de la resurrección en
el momento de su ascensión al cielo. Esto nos lleva a algunas interrogantes:
¿Será que habrán resucitado y ascendido con Cristo solo varones? Si entre estos
resucitados y ascendidos, incluidos Enoc, Moisés, Elías, se encuentran solo
personajes de Antiguo Testamento, ¿cómo podrían ser representantes de los
redimidos de todas las edades si hasta el momento de la resurrección de Cristo
los cristianos aún existían? Finalmente, en el Nuevo Testamento y en los
Testimonios del espíritu de profecía no se precisan el número de los resucitados
y llevados al cielo como primicias (cf.
Mateo 27: 51-53), ¿cómo pues entonces podemos decir que son 24? Y si se
incluyen en estos 24 a Enoc, Moisés y Elías, ¿entonces resucitaron solo 21
varones en el momento de la muerte de Cristo? En este sentido, si queremos
incluir a los “muchos” que resucitaron, entonces el número 24 seguiría siendo
simbólico.
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