La música adecuada en la
adoración
El privilegio de toda la creación
“¡Adoración! La prerrogativa del Creador. El
privilegio de la creación. El deleite del cielo. La principal ocupación de los
ángeles”.
Toda la Biblia está permeada de adoración. Desde el día cuando Caín y Abel
llegaron ante Dios con sus ofrendas (Génesis 4) hasta la celebración en el mar
de vidrio (Apocalipsis 15), desde el Cántico de Moisés (Éxodo 15) hasta el Cántico
del Cordero (Apocalipsis 15), la adoración constituye uno de los mayores temas
de la Palabra de Dios.
La adoración refleja el progreso espiritual de la
iglesia. Tanto personal como congregacional, constituye un verdadero barómetro
de la condición espiritual del pueblo.
El pastor A. Aeschlimann
destaca que lo necesario e importante no es ir a la casa de Dios para adorarle
y rendirle culto, sino que es mucho más importante que aquella adoración y
culto, además de ser ofrecidos a Dios, sean aceptos por Él, como ocurrió con la
ofrenda de Abel, y no rechazados como sucedió con la de Caín.
¿Cómo puede nuestra adoración ser acepta delante de
Dios? En primer lugar, la adoración sin presencia de Dios está quebrada y
vacía, ahogándose en nuestra futilidad. Actualmente, hemos perdido en muchas de
nuestras iglesias un sentido de dependencia en la presencia de Dios. Sin experimentar
esta presencia en nuestras vidas y en nuestra adoración no podremos alcanzar
nunca, ni como individuos ni como congregación, el progreso que debemos. Es
esta presencia la que proveerá la fuerza, la seguridad y la protección que el
pueblo adventista necesita para encarar los días finales.
Ese sentido de la presencia de divina está basado
en la revelación de Dios en Cristo Jesús. Aquella revelación nos lleva
inevitablemente a los pies de la cruz, a reconocer el gran amor y la
misericordia de Dios Padre en su Hijo. Por otro lado, la verdadera adoración
sólo puede emanar de la actividad del Espíritu Santo. Por los tanto, cada
miembro de la Divinidad debe estar presente en cada acto de nuestra adoración.
Elena G. de White escribió: “Debemos congregarnos
en torno a la cruz. Cristo, y Cristo crucificado, debe ser el tema de nuestra
meditación, conversación y más gozosa emoción”.
Otro autor a dicho: “No debemos reemplazar la cruz como base de nuestra
adoración”.
Allí, en ese símbolo del eterno amor de Dios, debe centrarse nuestra alabanza y
gloria. El canto, la alabanza, las ofrendas, la oración, la exposición de la
Palabra y el testimonio personal serían vanos si no hacemos de la cruz el
motivo principal de cada una de las formas en que nuestra adoración se
manifiesta ante el Creador.
“Muchos de nuestros servicios de adoración son
como una coronación sin la presencia del
Rey”.
Olvidamos que toda nuestra vida debe ser llevada a percibir la ausencia de
Dios. Y sólo sentiremos su ausencia cuando hayamos experimentado su presencia.
En segundo lugar, se nos dice que “la adoración es
una actividad corporativa; no es el acto de individuos aislados, sino de toda
la iglesia”.
En Apocalipsis 14, el ángel que lleva el evangelio eterno llama a toda nación,
tribu, lengua y pueblo a adorar a Dios como Supremo Creador del universo. Cada
acto de culto, sobre todo si es de toda la congregación, debiera ser una
reunión dedicada a Dios mediante el canto y los testimonios personales de los
fieles. Nada de nuestros servicios puede ser real, ni nuestra alabanza puede
ser relevante, si es un monólogo de creación humana. No puede haber verdadera
adoración si pretendemos ser únicos en este privilegio de toda la creación.
Finalmente, la adoración es la única preparación
adecuada de la iglesia como cuerpo de Cristo para su trabajo y testimonio. Cada
acto que vaya como ofrenda agradable a Dios debe motivarnos a testificar de su
nombre. E. White escribió: “Debería ser un placer adorar al Señor y participar
en su obra… El Señor desea que sus hijos encuentren satisfacción en su
servicio”.
El evangelio se vería grandemente beneficiado si se comprendiera este propósito
como centro de la adoración.
El pastor E. Giller aconseja la adoración en el
evangelismo como un medio probado y aprobado en muchas iglesias. Resumiendo, el
afirma: “La adoración en el evangelismo es un método poderoso en la ganancia de
almas”.
Este comentario ilustra la importancia de la verdadera adoración en la
predicación del evangelio.
Es de destacar que la adoración no debe tomarse
sólo como entretenimiento, aunque debe ser interesante, ni sólo como
compañerismo, aunque deben cultivarse las relaciones mientras adoramos. Adoración
no es sólo exponer las Escrituras, aunque deben ser explicadas. No es sólo
liturgia, aunque debe haber orden y forma en el culto (cf. 1 Corintios 10: 31; 14: 40).
Concluyendo, diremos que la verdadera adoración:
(1) Tiene como centro la Divinidad y la cruz de Cristo; (2) Es una actividad
corporativa; y (3) Es un medio de evangelismo.
Criterios para una música adecuada en la
adoración
En el ámbito cristiano en general, y adventista en
particular, los criterios con respecto a la elección de la música adecuada
varían según los autores, pero las opiniones son concluyentes. Músicos,
teólogos y la revelación tienen algo que decir. En la siguiente sección se
armonizan algunos comentarios.
Marvin L. Robertson,
decano del Departamento de Música del Southern Collage en la década del ‘90,
afirma que durante siglos las discusiones relacionadas con la música han
ocupado el centro del escenario. Músicos y teólogos también han planteado el
problema del lugar, la forma y la función de la música en nuestra iglesia. “La
música que es aceptable para un cristiano adventista debe ser socialmente
adecuada, éticamente incuestionable y teológicamente buena”.
La teología del adorador modela su adoración. Otro autor enfatiza que “la
música es un medio para la adoración y nunca un fin en sí mismo”.
Es más, el problema es aún más serio: Cualquier modo de pensar que vea la
música como un fin en sí misma está en problemas teológicos. Es decir, una
buena música no es sólo asunto del arte, sino también de la teología. “En la
iglesia no se hace música por ‘la música’ misma, o por el bien del arte, sino
que toda la música de la iglesia debe tener un propósito mejor y mayor que ella
misma”.
Visto de otro modo, el propósito de la música en la religión es aplicar el arte
y servir como medio para hacerla más espiritual. Si es un medio, persigue un
fin.
Se nos dice: “Su único propósito [de la música] es
servir para la adoración y alabanza de nuestro Dios”.
Otro agrega: “El hombre siente el valor de la música en su esfuerzo por
glorificar a Dios… En la música de la iglesia podemos entregar a Dios nuestra
alabanza y adoración”.
Otro comenta: “La música no está allí por sí misma, sino con el propósito de
realizar y hermosear la experiencia de la adoración […] La clase de música que
es apropiada para el uso en la iglesia es aquella que armonizará con la mente y
las emociones espirituales del adorador”.
Una función de la música es producir ánimo y estimular las emociones guiándolas
al espíritu de la adoración. Si produce ánimo y emociones contrarias al espíritu
de la adoración, ésta falla.
La mejor música
Ante la evidencia y los criterios presentados, no
podemos ignorar la importancia de la música en las iglesias donde se reúnen
“los que guardan los mandamientos de Dios y tiene la fe de Jesús” (Apocalipsis
14: 12). Si tomamos la música como parte integral de la adoración desde los
inicios de la humanidad hasta nuestros días, entonces ella debe estar de
acuerdo y ser consecuente con los principios expuestos referentes a la
adoración. En este sentido la música debería: (1) Tener a Cristo como centro;
(2) Debe ser una actividad corporativa, y (3) Debe ser un método de
evangelización.
1. Cristo es el centro de la música en la
adoración
En los acuerdos tomados por el Concilio Anual de la
Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1972 y aprobados
por la Junta Plenaria de la División Sudamericana el 5 de junio de 1973, se
dice respecto a la música como primer principio general: “La música debiera
glorificar a Dios y ayudarnos a adorarle en forma aceptable”.
Un numeroso grupo de comentadores, músicos y teólogos apoyan este principio. El
Comentario Bíblico Adventista enfatiza que la adoración religiosa, y la música
como parte de ella, “debe ser dirigida a Dios, de otra manera no es más que una
autoexhibición”.
Cualquier música que se elija escuchar o interpretar, sea vocal o instrumental,
sagrada o secular, debe ser para la gloria de Dios.
Según I. E. Reynolds la religión, el culto y el
servicio de adoración sin la música perderían uno de sus más poderosos
auxiliares y la mitad de su eficacia y significado. Afirma que “la música tiene
un poder peculiar de guiar la mente a una actitud de oración y adoración
solemne”.
En la ejecución musical, el canto juega un papel de
importancia en el acercamiento del alma a Dios. Elena G. de White afirma: “La
melodía de la alabanza es la atmósfera del cielo; y cuando el cielo se pone en
contacto con la tierra, se oye música y alabanza, ‘acciones de gracias y voz de
melodía’ (Isaías 51: 3)”. Para ella, el canto adquiere un significado especial
en variadas ocasiones. Ella escribió: “Tributemos alabanza y acción de gracias
por medio del canto… Entonemos con fe un himno de acción de gracias a Dios”.
Ella asemeja el valor del canto al de la oración y afirma que “más de un canto
es una oración”. A través de la oración el alma entra en comunión con el cielo
y el canto, como parte de nuestra adoración, es tanto un acto de culto como lo
es la oración. “El corazón debe sentir el espíritu del canto para darle la
expresión correcta”.
La música nos ayuda a comenzar nuestra relación con
el cielo. “Aquí aprendemos la clave de la alabanza”. “En nuestros cánticos de
alabanza deberíamos procurar aproximarnos tanto como sea posible a la armonía
de los coros celestiales”. “El alma puede elevarse hasta el cielo en alas de la
alabanza. En las mansiones celestiales se adora a Dios con cánticos y música y,
al expresarle nuestra gratitud, nos aproximamos al culto de los habitantes del
cielo”
(Véase Salmo 50: 23; Isaías 51: 3).
Hacer música para la gloria de Dios involucra a
todos los cristianos. Pastores, teólogos, músicos, educadores, laicos y toda la
gente de la iglesia debe ponerse seria respecto a la música. Elsie L. Buck,
profesora de música en los ’90 del Lake Union College, comenta que tanto el
colegio, como el hogar y la familia, tienen su rol en la educación musical.
Desde una perspectiva humana, la música provee una vía hacia la verdad. Su rol
es ayudar al hombre a encontrar y comunicar el significado de la vida. “El
compositor, el ejecutante y el oyente tienen, cada uno, una responsabilidad en descubrir
y revelar el significado de la verdad tal como se encuentra en la música”.
2. La música en la adoración es una
actividad corporativa
El instrumento primario para la adoración musical
es la congregación. Nuestro coro más importante está en los bancos de la
iglesia. La música confiere una oportunidad única de participación. La
participación en la música involucra más directamente a la congregación de lo
que lo permite cualquier otro aspecto del servicio de adoración.
En los acuerdos tomados por el Congreso de la
Asociación General (1972) se recomienda la planificación de cada uno de los
elementos musicales del culto para que “los miembros de la congregación no sean
meros espectadores sino participantes”.
En esto la iglesia tiene un papel protagónico. Elena G. de White, dice que rara
vez debe recurrirse al canto de unos pocos. “La habilidad del canto es un
talento de influencia que Dios desea que sea cultivado por todos y usado para
la gloria de Dios”.
Se nos afirma que la práctica de la música
congregacional no se basa en una “tradición humana” o en una institución de
origen humano, sino que es una “institución de origen divino” que se remonta a
tiempos anteriores a la creación del mundo (cf.
2 de Crónicas 5: 13; Salmos 147: 7; 149: 1).
De acuerdo a la evidencia encontrada en las Escrituras, no cabe duda que el
canto congregacional es la forma ideal de la música para la adoración de la
iglesia. La música participativa será siempre la mejor música.
Los pastores deberían preocuparse por aumentar la
calidad y el fervor del canto congregacional. Ayudando a la congregación a
cantar con el entendimiento se les ayudará a cantar con el espíritu. En esta
labor, los ministros juegan un papel vital en el desarrollo de un canto de la
congregación más espiritual. De esta manera, el canto en las horas de culto
será un aporte en la revitalización de la iglesia.
La música utilizada en el culto debe ser la mejor.
Tanto la música como el culto “buscan la verdad”, por lo tanto el canto debe
“preparar el camino para el sermón” y el sermón debe “abrir la puerta al
canto”.
La música nos ayuda a entendernos a nosotros mismos y al mundo. Así, por medio
de la participación en el canto congregacional, los miembros de iglesia aumentarán
sus conocimientos en los temas religiosos.
La música nunca debería elegirse al azar. Siempre
los himnos seleccionados deben estar relacionados con la ocasión y el mensaje o
tema central de la reunión de adoración y deben inspirar pensamientos y sentimientos
deseables.
El culto no es una clase de canto. Por esto se deben escoger himnos conocidos
por la mayoría de los adoradores y que armonicen con el tema al inicio y al término
del servicio. Así se asegura la participación de toda la congregación en la
adoración a través de canto. Cualquier música o canto que no armonice con el
tema del sermón debería ser excluido del programa de ese culto en particular,
pues no preparan la congregación para el sermón ni confirman el mensaje que se
presentó. En la adoración se debe enseñar a cantar con “entendimiento,
sentimiento y reverencia”.
En el momento de determinar la aptitud que la música tiene para ser usada en la
congregación es muy importante identificar el significado que ésta tiene para
la congregación, no importa si es sagrada o profana.
La importancia del uso de la música congregacional
no descarta su uso en el culto privado, en el hogar, en el colegio o en la
música coral. E. White nos exhorta a no pasar por alto el valor del canto como
medio educativo. Se debe cantar en el hogar con el propósito de disminuir las
palabras de censura y aumentar las de alegría, esperanza y gozo.
Además, el uso de himnos en los servicios de la iglesia resulta vital en la
educación religiosa de los niños. En los hogares cristianos la experiencia de
escuchar y entender la música debe ser un asunto temprano en la vida de los
niños. Hacer música en el hogar es un imperativo divino, una prioridad que Dios
dio en su Palabra como medio para su honra y gloria.
Con respecto a la formación de coros, el Manual de
Iglesia enfatiza que, tanto sus directores y sus miembros, como los encargados
de la música en los servicios de la iglesia, deben ser elegidos con sumo
cuidado, pues incontable daño puede hacerse al elegir a miembros no
consagrados. Ellos deben ser personas que “representen correctamente los
principios de la iglesia”.
3. La música en la adoración es un método de
evangelización
Se ha afirmado y con razón, que si la música y la
teología concuerdan, la participación en la música en la iglesia ofrece la
oportunidad de aprender, desarrollar, recordar, reforzar, expresar y transmitir
las verdades de la fe evangélica.
E. White escribió que el canto es uno de los medios más eficaces para grabar en
el corazón la verdad espiritual. Y que la melodía del canto, exhalada de muchos
corazones en forma clara y distinta, es uno de los instrumentos de Dios en la
obra de salvar almas.
La música tiene un poder de comunicación que
sobrepasa al de la predicación. El don del canto es un medio eficaz para
impresionar el corazón y grabar la verdad espiritual. La música ayuda al ser
humano a ser más receptivo a los mensajes del Espíritu Santo. Dios ve los
motivos y frecuentemente, las palabras de un canto sagrado han abierto los
manantiales de arrepentimiento y de fe
en el corazón de los creyentes. Toda una vida puede cambiar de dirección por la
influencia de un himno.
La música religiosa es un medio para la ganancia de
almas y dado que no todos tienen el mismo gusto, se nos aconseja que, a fin de
no caer en la monotonía, se ofrezcan variedad de estilos a los oyentes.
Aún así debe ser música que Dios acepte. Muchos reciben la invitación al
evangelio y a Cristo por medio de los himnos de invitación, escuchando a través
de la música lo que a menudo evitan oír de los predicadores. Esa influencia
motiva al corazón a responder al llamado de Dios.
Conclusión
“La música es el único arte del cielo dado a la
tierra y el único arte de la tierra que llevaremos al cielo”.
El futuro del cristiano está destinado a la música. En la tierra nueva se oirá
“el sonido de música y de canto, cual no ha sido oído por oído mortal alguno ni
concebido por mente humana alguna, a no ser en visiones de Dios”.
Por lo tanto, todos aquellos que deseen estar en el cielo con toda su música,
deben comenzar a dar ahora a la música su debido lugar en el corazón y en la
vida. La música es uno de los agentes designados por Dios para “preparar a un
pueblo para la iglesia celestial, para aquel culto sublime, en el cual no podrá
entrar nada que corrompa”.
4 comentarios:
Cada uno cree en lo que quiere creer, el amor y la dependencia hacia dios uno la crea en si mismo pese a todas las otras creencias o adoraciones distintas.
Es fundamental "música y adoración" para nuestra vida.
La adoración es lo maravilloso que debemos hacer a nuestro único creador ya que los ángeles adoran a cada momento. Qué nuestra adoración debemos de preocuparnos que sea gratos para los ojos de Dios.
La música en la adoración tiene que ser para solamente para adorarlo y no otros variados temas y que todos debemos cumplirla. Debemos la música para evangelizar no para otros proyectos.
La música tiene que ir de la mano con la adoración que sea grato para él.
Sebastián David 4MEDIO°B
La música y la adoración para Dios es fundamental. En este texto podemos darnos cuenta que la música debe ser un método de adoración hacia Dios. Sin duda no cualquier tipo de música es digna y adecuada para alabarlo. No podemos cantar una canción que hable del mundo y pretender alabar a Dios con ella. Creo que toda alabanza debe tener a Cristo como centro.
También debemos tomar en cuenta que Dios dio dones a cada uno de sus hijos, (algunos descubiertos y otros por descubrir) los cuales muchos son dados para su adoración y como tal, esta debe ser como un perfume grato ante el.
Por otro lado encuentro muy correcto que se diga que la música en la adoración debe ser un método para evangelizar. Ya que como hijos de el somos los encargados de mostrar al mundo que Cristo es un Dios de amor, digno de alabarlo, adorarlo y sobre todo seguirlo.
Por lo tanto creo que usar la música para evangelizar a la gente que quizás aun no conoce de el o aun no se ah convertido, es lo mejor que podemos hacer; sobre todo si tomamos en cuenta que si ganamos un alma para cristo estamos haciendo su voluntad y con ello estamos mas cerca de él.
Yeraldie González 3ero medio B
En este articulo o texto podemos decir o darnos cuenta que la música debe ser un método de adoración hacia Dios . Sin duda no cualquier tipo de música es digna y adecuada para alabarlo. No podemos cantar o escuchar una música que hable del mundo y pretender alabar a Dios con esa música. Creo que toda alabanza debe tener a Cristo como el centro osea como las canciones cristianas.Alabar a Dios es muy maravilloso porque nos produce alegria una sencion de esperanza ,nos sube el animo .etc Dios es el unico creador por eso la música y la adoración que le hagamos sea grato para él.
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