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jueves, 24 de enero de 2019

La identidad de los 24 ancianos de Apocalipsis

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La identidad de los 24 ancianos

En vista de que varios amigos y familiares me han consultado por la identidad de los 24 ancianos de Apocalipsis, aunque no tengo la costumbre de hacerlo, me pareció bien hacer el siguiente comentario.
Debo aclarar que esta interpretación es de carácter muy personal, pero basada en la evidencia bíblica y en algunos comentadores.
Las citas bíblicas entre comillas han sido extraídas íntegramente de la versión Reina-Valera Revisión 1960 (RVR60).
Espero que les sea de utilidad.

El Apocalipsis es un libro altamente simbólico.
Lo primero que debemos precisar es que el lenguaje del libro de Apocalipsis es altamente simbólico, lo que incluye, obviamente, la mención de ciertos números en el relato de las visiones. Por ejemplo, el número 7 (siete iglesias, siete sellos, siete trompetas, siete plagas, etc.) es símbolo de plenitud. De esta cualidad apocalíptica podemos entender que el número “24” también es simbólico.
También algunos personajes del Apocalipsis son simbólicos: el dragón, el falso profeta, Jezabel, los cuatro seres vivientes, el Cordero, etc. De aquí se desprende que los “ancianos” deben ser símbolo de algo más. En esta simbología se incluyen las características relacionadas con estos personajes: su número, su indumentaria, sus responsabilidades, sus acciones, etc.

Reyes y sacerdotes
En primer lugar, el término “anciano” tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento es un símbolo de sabiduría y experiencia (Levítico 19: 32; Job 12: 12; Proverbios 20: 29) como también de poder y autoridad (Éxodo 19: 7; Deuteronomio 29: 10; Josué 24: 1; Marcos 8: 31; Hechos 14: 23). Por lo tanto, los 24 ancianos son aquellos que han alcanzado un lugar de preeminencia que les hace merecedores de estar en la presencia de Dios en comparación al resto de la humanidad creada.
Por otro lado, se menciona que los 24 ancianos están “vestidos de ropas blancas y coronas de oro en sus cabezas” (Apocalipsis 4: 4). Estas características tienen relación con que ellos han sido hechos por Cristo “reyes y sacerdotes” para Dios (Apocalipsis 5: 10). Este mismo Cristo es el que ha sido inmolado y quien ha “redimido para Dios” a los 24 ancianos con su sangre de “todo linaje y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5: 9). La obra creadora y redentora de Cristo le hace digno de la adoración de toda la creación, incluyendo a los 24 ancianos, quienes le cantan un canto nuevo con sus arpas (Apocalipsis 5: 8, 9) y se postran sobre sus rostros delante del Cordero ofreciéndole sus coronas a sus pies (Apocalipsis 4: 10, 11; 5: 12-14; cf. Salmos 107: 32; Apocalipsis 11: 16; 19: 4).
Es notorio que es uno de los 24 ancianos quien llama la atención de Juan hacia el Cordero inmolado, indicándolo como el único digno de desatar los sellos, pues “ha vencido” (Apocalipsis 5: 5, 6) y que otro de los 24 ancianos presenta a Juan a una gran multitud vestida de vestiduras blancas quienes “clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. Y agrega: “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo” (Apocalipsis 7: 9-17).
Ya Juan había mencionado al inicio de su libro que Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y soberano de los reyes de la tierra, por amor, había lavado sus pecados y el de la iglesia “con su sangre” y que les había hecho “reyes y sacerdotes para Dios, su Padre” y, por tanto, le ofrecía su adoración (“a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos”) (Apocalipsis 1: 5, 6). Juan se identifica a sí mismo y a los redimidos con las mismas cualidades que tienen los 24 ancianos. Esta realidad se repite más adelante cuando Juan se refiere a los redimidos durante el milenio mencionando que “serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20: 6).
El concepto de “reyes y sacerdotes” hace alusión al pueblo escogido por la gracia de Dios. A Israel, Dios le llamó para ser su “especial tesoro sobre todos los pueblos” y “un reino de sacerdotes, y gente santa” (Éxodo 19: 5, 6). Debido a que Israel no cumplió este cometido, Dios llamó a la iglesia, a quien el apóstol Pedro le llama “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2: 9). El mismo apóstol indica que la iglesia es edificada sobre la roca que es Cristo “como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2: 5). Esta idea fue conocida por los reformadores como el sacerdocio de todos los creyentes. De igual forma, la función sacerdotal de los 24 ancianos está reforzada por el hecho de que todos tenían “copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos” (Apocalipsis 5: 8; cf. 8: 3-5; Salmos 141: 2). Interesantemente, en tiempos del Templo de Salomón, los sacerdotes estaban organizados en 24 turnos para ministrar en los servicios y sacrificios que allí se realizaban (1 Crónicas 24: 1-19).
Si hurgamos un poco más en el Antiguo Testamento, notamos que el rey y el sacerdote son símbolos o representantes del gobierno de Dios en la tierra. El Señor habla y actúa por medio de los ministerios del rey y del sacerdote, además del oficio del profeta (1 Crónicas 29: 22; cf. Deuteronomio 17: 18; Esdras 9: 7; Nehemías 9: 32-34; Jeremías 13: 13). De igual manera, los 24 ancianos reconocen su autoridad afirmando: “reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5: 10). Y a los redimidos se les promete: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro” (Apocalipsis 2: 26, 27).
Dado que Juan se identifica a sí mismo y al pueblo redimido por Cristo de todas las edades con los términos “reyes y sacerdotes” entendemos que los 24 ancianos deberían ser un símbolo del pueblo de Dios de todos los tiempos.
También es interesante notar que los 24 ancianos se encuentran sentados en tronos alrededor del trono de Dios (Apocalipsis 4: 4). Este detalle nos recuerda el galardón prometido por Cristo para los vencedores, quienes se sentarán con él en su trono tal como Él está sentado en el trono de Dios (Apocalipsis 3: 21). Éstos redimidos son los mismos que durante el milenio están sentados sobre tronos y recibirán la facultad de juzgar (Apocalipsis 20: 4). Son los redimidos que juzgarán a los impíos durante el juicio de comprobación posterior al juicio investigador (Apocalipsis 14: 7) y anterior al juicio final (Apocalipsis 20: 11-15). Esto nos recuerda que en las Escrituras eran los ancianos quienes se sentaban en las puertas de la ciudad y juzgaban las causas de Israel (cf. Jueces 11: 10; Rut 4: 1-11; Proverbios 31: 23). A esta imagen hace alusión la visión de Daniel al afirmar que cuando llegó el “Anciano de días” (Daniel 7: 9), el Juez de toda la tierra (Génesis 18: 25; Jeremías 25: 31), “se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino” (Daniel 7: 22).
Otro aspecto interesante en cuanto a la identidad de los 24 ancianos es su relación con el santuario anti-típico. Si consideramos que el santuario/templo celestial es el modelo original del cual el santuario/templo terrenal era una "sombra", debería en este último haber una correspondencia en el celestial. El trono de Dios rodeado por el arco iris del pacto y por seres vivientes angelicales estaba representado en el arca del testimonio conteniendo las tablas de la ley y cubierta por el propiciatorio en el cual se encontraban los querubines (ver Apocalipsis 4: 1-11; 5: 1ss; 11: 19; Hebreos 8: 1, 2; entre otros). El altar de los sacrificios, el altar del incienso y el candelabro de oro también tienen su correspondencia en el resto de Apocalipsis (cf. 5; 8: 1-3; entre otros). En este contexto, ¿dónde está presente en el santuario celestial la mesa con los panes de la presencia del santuario terrenal? Bueno, la respuesta en simple: en los 24 ancianos. Los panes de la mesa eran horneados y puestos en el santuario cada sábado por una familia designada por los sacerdotes. Eran 12 pues representaban a las 12 tribus de Israel que, continuamente (y sobre todo en sábado), adoraban ante la presencia de Dios en el santuario. En este sentido, los 24 ancianos simbolizan a aquellos adoradores de todas las edades que se han postrado ante el soberano de todo el universo.
Finalmente, entendemos que por “redimidos” incluimos a quienes han aceptado la salvación ofrecida por el Cordero y le siguen por donde quiera que va. Son aquellos cuyo nombre está inscrito en el libro de la vida del Cordero (Filipenses 4: 3; Apocalipsis 3: 5; 13: 8; 20: 12; 21: 27) y que vivirán mirando el rostro del Cordero por la eternidad (Apocalipsis 22: 3, 4). En este grupo reunimos a todos los que antes y después de la primera venida del Mesías han hecho de Cristo su Salvador. Por eso son 24. Son 12 que representan a los redimidos del Antiguo Testamento, una clara mención de los descendientes de las 12 tribus de Israel, y son 12 que representan a los redimidos del Nuevo Testamento, quienes recibieron y aceptaron el evangelio predicado en sus inicios por los doce apóstoles. Todos son reyes y sacerdotes, llamados a ser luz entre las naciones y que recibirán la corona de la vida prometida para todos los que le aman (2 Timoteo 4: 8; 1 Pedro 5: 4; Santiago 1: 12; Apocalipsis 2: 10). Entonces se cumplirá la promesa, “cuando Jehová de los ejércitos reine en el monte de Sion y en Jerusalén, y delante de sus ancianos sea glorioso” (Isaías 24: 23).
¿Quiénes son los 24 ancianos?
Entonces, basado en la evidencia de las Escrituras tanto del Antiguo y del Nuevo Testamento, podemos afirmar que los 24 ancianos son un símbolo de los redimidos de todas las edades a los cuales el vidente Juan vio alrededor del trono de Dios en profunda adoración por el acto soberano de la creación y por la redención ofrecida. Todos los que desde Abel en adelante hasta el fin de los siglos han aceptado la justicia de Cristo como única y suficiente para su redención están representados en esta majestuosa visión de los capítulos 4 y 5 del Apocalipsis. Allí estamos simbolizados todos nosotros quienes por la gracia de Dios estaremos morando en la presencia de Dios por los siglos de los siglos, adorando eternamente, agradecidos por la creación y por la redención. Amén.

Nota:

Otra explicación al simbolismo de los 24 ancianos dice que son seres humanos reales que están ante el trono de Dios. Se incluyen en este grupo a Enoc, Moisés, Elías y a quienes ascendieron con Cristo como primicias de la resurrección en el momento de su ascensión al cielo. Esto nos lleva a algunas interrogantes: ¿Será que habrán resucitado y ascendido con Cristo solo varones? Si entre estos resucitados y ascendidos, incluidos Enoc, Moisés, Elías, se encuentran solo personajes de Antiguo Testamento, ¿cómo podrían ser representantes de los redimidos de todas las edades si hasta el momento de la resurrección de Cristo los cristianos aún existían? Finalmente, en el Nuevo Testamento y en los Testimonios del espíritu de profecía no se precisan el número de los resucitados y llevados al cielo como primicias (cf. Mateo 27: 51-53), ¿cómo pues entonces podemos decir que son 24? Y si se incluyen en estos 24 a Enoc, Moisés y Elías, ¿entonces resucitaron solo 21 varones en el momento de la muerte de Cristo? En este sentido, si queremos incluir a los “muchos” que resucitaron, entonces el número 24 seguiría siendo simbólico.