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Este blog tiene como propósito compartir con mis alumnos y amigos ideas y artículos relacionadas con el mundo de la Religión, la Psicología, la Filosofía y la Educación.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Navidad y Año Nuevo (al estilo cristiano)



Navidad y Año Nuevo
(al estilo cristiano)[1]



La fiesta de la Navidad
"Ya llega la Navidad," es la nota que resuena por el mundo, del este al oeste y del norte al sur. Para los jóvenes, para los de edad madura y aun para los ancianos, es una ocasión de regocijo general.  Pero, ¿qué es la Navidad para que requiera tanta atención? [...]
Se dice que el 25 de diciembre es el día en que nació Jesucristo, y la observancia de ese día se ha hecho costumbre popular. Sin embargo, no hay seguridad de que estemos guardando el día preciso en que nació nuestro Salvador. La historia no nos da pruebas ciertas de ello. La Biblia no señala la fecha exacta. Si el Señor hubiese considerado tal conocimiento como esencial para nuestra salvación, habría hablado de ello por sus profetas y apóstoles, a fin de dejarnos enterados de todo el asunto. Por lo tanto, el silencio de las Escrituras al respecto nos parece evidencia de que nos fue ocultado con el más sabio de los propósitos… Dios ocultó el día preciso en que nació Cristo, a fin de que ese día no recibiese el honor que debía darse a Cristo como Redentor del mundo.[2] 
Aunque no sabemos exactamente en qué día nació Jesús,debemos honrar este sagrado acontecimiento. No quiera Dios que haya alguien tan estrecho de mente que pase por alto este acontecimiento porque no tiene seguridad en cuanto a la fecha exacta. Hagamos todo lo posible para que las mentes de los niños se concentren en esas cosas que son tan preciosas para todos los que aman a Jesús. Enseñémosles que vino a este mundo para traer esperanza, consuelo, paz y felicidad para todos. Los corazones de todos respondan con gozo inefable al don infinito del Hijo de Dios.[3]

Es difícil pasarla por alto
En vista de que el 25 de diciembre se observa para conmemorar el nacimiento de Cristo, y en vista de que por el precepto y por el ejemplo se ha enseñado a los niños que es en verdad un día de alegría y regocijo, os resultará difícil pasar por alto esa fecha sin dedicarle cierta atención. Es posible valerse de ella con un buen propósito.
Es necesario tratar a los jóvenes con mucho cuidado.  No se les debe dejar que en ocasión de Navidad busquen diversión en la vanidad y la búsqueda de placeres, o en pasatiempos que pudieran perjudicar su espiritualidad.  Los padres pueden controlar esto dirigiendo la atención y las ofrendas de sus hijos hacia Dios y su causa, y hacia la salvación de las almas.
En vez de ser ahogado y prohibido arbitrariamente, el deseo de divertirse debe ser controlado y dirigido por esfuerzos esmerados de parte de los padres. Su deseo de hacer regalos puede ser desviado por cauces puros y santos a fin de que beneficie a nuestros semejantes al suplir la tesorería con recursos para la grandiosa obra que Cristo vino a hacer en este mundo.[4]

El intercambio de regalos
Se acerca la época de las fiestas con su intercambio de regalos, y tanto los jóvenes como los adultos consideran atentamente que pueden dar a sus amigos en señal de afectuoso recuerdo. Por insignificantes que sean los regalos, es agradable recibirlos de aquellos a quienes amamos. Constituyen una demostración de que no nos han olvidado, y parecen estrechar un poco más los lazos que nos unen con ellos… Está bien que nos otorguemos unos a otros pruebas de cariño y aprecio con tal que no olvidemos a Dios, nuestro mejor Amigo. Debemos hacer regalos que sean de verdadero beneficio para quienes los reciban. Yo recomendaría libros que ayuden a comprender la Palabra de Dios.[5]
Que no haya una preocupación ambiciosa y desmedida por comprar regalos para Navidad y Año Nuevo. Los pequeños regalos para los niños pueden no estar fuera de lugar, pero el pueblo del Señor no debiera gastar su dinero en comprar regalos costosos.[6]

Libros recomendados para los niños
Los que quieran ofrecer regalos valiosos a sus hijos, nietos o sobrinos, pueden proporcionarles los libros mencionados arriba, que se destinan a los niños.[7]
Para los jóvenes, la Vida de José Bates es un tesoro; también lo son los tres tomos de El Espíritu de Profecía.[8] 
Estos tomos debieran estar en cada hogar del país.  Dios está dando luz del cielo, y ni una sola familia debiera quedar privada de ella. Sean los regalos que ofrezcáis de tal índole que derramen rayos de luz sobre la senda que conduce al cielo.[9]

No debe olvidarse a Jesús
Hermanos y hermanas, mientras estáis pensando en los regalos que queréis ofreceros unos a otros, quisiera haceros acordar de nuestro Amigo celestial, no sea que olvidéis lo que él nos pide. ¿No le agradará nuestra demostración de que no le hemos olvidado?  Jesús, el Príncipe de vida, lo dio todo para poner la salvación a nuestro alcance. Hasta sufrió la muerte, para poder darnos la vida eterna […] Venid, hermanos y hermanas, con vuestros hijos, aun con los niños de brazos, y traed vuestras ofrendas a Dios de acuerdo con lo que podáis dar. Hónrenle vuestros corazones con melodías y alabadle con vuestros labios.[10]

Es tiempo para honrar a Dios
El mundo dedica las fiestas a la frivolidad, el despilfarro, la glotonería y la ostentación… En ocasión de las próximas fiestas de Navidad y Año Nuevo se desperdiciarán miles de dólares en placeres inútiles; pero es privilegio nuestro apartarnos de las costumbres y prácticas de esta época de degeneración; y en vez de gastar recursos simplemente para satisfacer el apetito y comprar inútiles adornos o prendas de vestir, podemos hacer de las próximas fiestas una ocasión de honrar y glorificar a Dios.[11]
Cristo debe ser el objeto supremo; pero en la forma en que se ha estado observando la Navidad, la gloria se desvía de él hacia el hombre mortal, cuyo carácter pecaminoso y defectuoso hizo necesario que el Salvador viniese a nuestro mundo…
Los padres debieran recordar estas cosas a sus hijos e instruirlos en su obligación para con Dios, no en la que creen tener uno hacia otro, de honrarse y glorificarse mutuamente con regalos.[12]
Ayer fue Navidad. ¿Hicieron como los sabios que ofrecieron sus dones a Jesús? ¿O cambió el enemigo el orden de las cosas, haciendo que la adoración se dirigiera hacia él?  Los regalos se otorgan ahora a los amigos en vez de ofrendarlos a quien hizo un sacrificio tan grande por nosotros. Todos los regalos debieran fluir hacia otro canal, donde puedan ser usados en la salvación de los hombres.
El nuevo año está delante de nosotros. ¿No debieran los regalos ser colocados en una cuenta mejor que en la que los depositaron ahora?[13]

Encaucemos los pensamientos
Nuestros cumpleaños, así como el día de Navidad y otros días festivos, son dedicados muy a menudo a la complacencia egoísta, cuando la mente debe ser dirigida a la misericordia y a la bondad de Dios. El Señor se desagrada que su bondad, su cuidado y su amor no sean recordados en estos aniversarios.[14]
Son muchas las cosas que pueden idearse con buen gusto y a un costo mucho menor que el de los regalos innecesarios que con tanta frecuencia se ofrecen a los niños y a los parientes.  Así se manifestará cortesía en el hogar y habrá felicidad en él […] Como los antiguos magos, podéis ofrecer a Dios vuestros mejores regalos y demostrarle por vuestras ofrendas que apreciáis el don que hizo a un mundo pecaminoso. Encauzad los pensamientos de vuestros hijos en una nueva dirección que los haga altruistas al incitarlos a presentar ofrendas a Dios por el don de su Hijo unigénito.[15]
Las fiestas de Navidad y Año Nuevo pueden y deben celebrarse en favor de los desamparados. Dios es glorificado cuando damos para ayudar a los que han de sustentar familias numerosas.[16]

"¿Tendremos un árbol de Navidad?"
Agradaría mucho a Dios que cada iglesia tuviese un árbol de Navidad del cual colgasen ofrendas, grandes y pequeñas, para esas casas de culto.[17] 
Nos han llegado cartas en las cuales se preguntaba: ¿Tendremos un árbol de Navidad? ¿No seremos en tal caso como el mundo?  Contestamos: Podéis obrar como lo hace el mundo, si estáis dispuestos a ello, o actuar en forma tan diferente como sea posible de la seguida por el mundo.  El elegir un árbol fragante y colocarlo en nuestras iglesias no entraña pecado, sino que éste estriba en el motivo que hace obrar y en el uso que se dé a los regalos puestos en el árbol.
El árbol puede ser tan alto y sus ramas tan extensas como convenga a la ocasión, con tal que sus ramas estén cargadas con los frutos de oro y plata de vuestra beneficencia y los ofrezcáis a Dios como regalo de Navidad.[18]
No adopten los padres la conclusión de que un árbol de Navidad puesto en la iglesia para distraer a los alumnos de la escuela sabática es un pecado, porque es posible hacer de él una gran bendición. Dirigid la atención de esos alumnos hacia fines benévolos.  En ningún caso debe ser la simple distracción el objeto de esas reuniones. Aunque algunos truequen estas ocasiones en momentos de negligente liviandad y no reciban la impresión divina, para otras mentes y caracteres dichas ocasiones resultan altamente benéficas. Estoy bien convencida de que pueden idearse substitutos inocentes para muchas reuniones desmoralizadoras.[19]

Diversiones inocentes
¿No os levantaréis, mis hermanas y hermanos cristianos, y no habréis de ceñiros para cumplir vuestro deber en el temor de Dios, y no ordenaréis este asunto de modo que, en vez de carecer de interés, rebose de placer inocente y lleve la señal del cielo?... ¡Ojalá que en los libros del cielo se hagan acerca de la Navidad anotaciones cual nunca se las vio, por causa de los donativos que se ofrezcan para sostener la obra de Dios y el fortalecimiento de su reino![20]

[1] Compilación de escritos del espíritu de profecía realizado por Víctor Jofré A., EdM. Colegio Adventista de Copiapó, dic. 2020.
[2] Review and Herald, 9 de diciembre de 1844.
[3] The Review and Herald, 17 de diciembre de 1889.
[4] Review and Herald, 9 de diciembre de 1844.
[5] Review and Herald, 26 de diciembre de 1882.
[6] Manuscrito 116, 19 de diciembre de 1905.
[7] Se refiere a las series de Lecturas y Poesías para el Sábado y varias otras obras de ediciones agotadas. Los principios presentados tienen aplicación en nuestros tiempos.
[8] Así se titulaban los libros de la Sra. White que precedieron la serie El Gran Conflicto.
[9] Review and Herald, 11 de diciembre, 1879.
[10] Review and Herald, 26 de diciembre, 1882.
[11] Review and Herald, 11 de diciembre, 1879.
[12] Review and Herald, 9 de diciembre de 1884.
[13] Manuscrito 60, 26 de diciembre de 1886. Sermón predicado en el salón Municipal de Tramelan, Suiza.
[14] Review and Herald, 23 de diciembre de 1890.
[15] Review and Herald, 13 de noviembre de 1894.
[16] Manuscrito 13, 1896.
[17] En el artículo se alude a ciertos proyectos de construcción. Los principios presentados tienen aplicación para hoy.
[18] Review and Herald, 11 de diciembre de 1879.
[19] Review and Herald, 9 de diciembre de 1884.
[20] Ibid.

martes, 30 de octubre de 2012

Halloween, ¿fiesta para niños?

Halloween
¿Fiesta para niños?







“Y no es maravilla, pues el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz”
(2 Corintios 11: 14)


Su origen

El Halloween tiene su origen en la celebración del año nuevo celta en la noche del 31 de octubre. Los druidas (brujos, hechiceros y magos celtas) de las órdenes paganas de Bretaña, Irlanda y Galia consideraban esta noche como “sagrada”. De ahí el nombre de Halloween, del inglés «All Hallow’s Eve», “noche totalmente santa”. Ellos creían que esa noche, Samahain (el Señor de los muertos) liberaba a los espíritus buenos y malos. La separación entre vivos y muertos se disolvía haciendo posible la comunicación entre ambos seres. Era una noche de fantasmas y duendes en la que se hacían fogatas y se adivinaba el futuro, y las brujas volaban por el cielo.


Los malos espíritus en forma de animales atormentaban salvajemente a los mortales. Éstos, en forma de soborno, les daban comida y golosinas para procurar la seguridad de su hogar y de su gente, de ahí viene la expresión “truco o trato” (“trick or trate”). La leyenda dice que era mejor hacer el trato con el espíritu maligno, sino éste usaría sus poderes para castigar con toda clase de maldiciones e infortunios a esta familia.



En la actualidad

Actualmente, en el día 31 de octubre se organizan fiestas para conmemorar la noche de brujas en donde los participantes se disfrazan de todo tipo de seres terroríficos, monstruos, duendes y hadas. Por lo general se realizan en ambientes juveniles, y pasan por las calles de casa en casa pidiendo dulces, dinero o cualquier tipo de recompensa, pronunciando la frase: “dulce o truco”.


Como podemos ver, este evento no tiene relación con Cristo. No deberíamos permitir que nuestros niños se involucren en este tipo de “celebraciones”. “No mires a sus dioses ni preguntes por ellos; no digas ¿No debo yo hacer lo mismo?”; “Nadie entre los tuyos deberá sacrificar su hijo o hija en el fuego; ni practicar adivinación, brujería o hechicería, ni hacer conjuros, servir de médium espiritista o consultar a los muertos” (Deuteronomio 12: 30; 18: 10, 11).


Testimonios

El evangelista John Ramírez, ex-satanista, nos dice: "Yo fui un general en el reino de las tinieblas, maestro de hechicería [...] Estoy sorprendido de que haya cristianos celebrando Halloween". 
De igual manera, Cristina Kneer de Vidal, ex-ocultista, esotérica, espiritista y satánica, en su libro «Él vino a dar libertad a los cautivos», nos transmite sus experiencias que vivió durante 15 años: “La celebración del Halloween es una fiesta satánica que no debe celebrarse por ningún cristiano consciente… El 31 de octubre de cada año, decenas de niños y jóvenes son sacrificados en todo el mundo, especialmente en Inglaterra y en Estados Unidos, por grupos satánicos… No quiero asustar a nadie, pero mis palabras deben ser tomadas en cuenta. Por lo menos pido que me escuchen, razonen y decidan… Miles de personas han adoptado, sin saberlo, una costumbre satánica y con ello están propiciando el crecimiento del satanismo en las grandes urbes”.
“Celebrar el Halloween”, concluye la escritora, “es como si se celebrara el cumpleaños del diablo”.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Educación y evangelización: una misma misión


Educación y evangelización: una misma misión
Víctor A. Jofré Araya, Magíster © en Educación Religiosa
Colegio Adventista de Arica (septiembre 2012)
victorja@gmail.com

“El Señor mismo instruirá a todos tus hijos, y grande será su bienestar” (Isaías 54: 13, NVI)

Corría 1894 y en una polvorienta callejuela del poblado de Solusi, en el corazón de Zimbabwe, W. H. Anderson y su joven esposa, oyendo el clamor de los nativos de establecerse en ese lugar como maestros de escuela, se preparaban para iniciar las clases de lectura y escritura a un grupo de estudiantes. Eran las primeras lecciones en la primera escuela adventista en el África y su propósito, aparte de entregar conocimientos y herramientas para surgir en la vida, era la de enseñar el evangelio, las buenas nuevas de la salvación. Luego surgieron nuevos centros misioneros en donde enseñaban los nativos educados en Solusi. Realizaban hasta tres clases diarias en tres diferentes aldeas. De este modo la obra del evangelio se expandía en todas direcciones. Uno de aquellos centros fue Rusangu, fundado por Anderson en 1904. Actualmente la escuelita de Solusi se ha transformado en la Solusi University y en Rusangu existe la Escuela Misionera Rusangu. “El fundar escuelas donde los estudiantes pudiesen aprender el evangelio llegó a ser el método de evangelización en África […] Mientras que enseñaban el adventismo, también enseñaban a leer y escribir e inculcaban un sentido de valor y dignidad personal” (Greenleaf, 2010, pp. 175, 178).

En paralelo, en 1902, se iniciaba la obra adventista en China y el 25 de mayo de 1904, Ida Thompson, llegada desde los Estados Unidos, iniciaba las clases en Cantón para 25 niñas en una escuela fundada por ella a la cual llamó Bethel Girls´s School. Ese primer día de clases comenzó con una oración seguida de la enseñanza del himno ‘Jesús me ama’. La educación adventista en China se iniciaba y los métodos utilizados no fueron diferentes de los de África. Una vez más la obra de la evangelización iba de la mano de la obra de la educación. Thompson y su traductora, una maestra bautista, dependían de la Biblia como principal libro de texto. El sábado en la tarde se dedicaba por entero al estudio bíblico. Las estudiantes llegaron a familiarizarse tanto con las Escrituras que a fines de ese año habían memorizado el evangelio de Marcos por completo. “El propósito original de las instituciones educativas en la China era atraer a los estudiantes al adventismo… Las escuelas ofrecían la primera oportunidad efectiva para que los adventistas llegaran a las masas y la educación se convirtió en el principal método de evangelización en China” (Greenleaf, 2010, pp. 181, 182).

Hoy, más de cien años después, la historia se repite. Gideon y Pam Petersen, reunidos bajo un árbol de mopane, enseñan a leer, escribir y contar a un grupo de niños y niñas nativos de una aldea himba en Namibia, al suroeste de África. Las hermosas historias de la Biblia traducidas por los Petersen en el idioma herero de los himba son para estos alumnos los únicos textos a los cuales tienen acceso (Misión Niños, 2012, pp. 19, 20). Todavía, en pleno siglo XXI, la obra educativa abre las puertas y los corazones para la siembra del evangelio.

Educación y evangelización hoy
Lo acontecido en África y China, tanto en el pasado como en el presente, no difiere mucho de lo que ocurre en las demás escuelas del mundo. La obra educativa adventista, junto con servir de refugio en donde podemos salvaguardar la vida espiritual de nuestros hijos y alejarlos de las perniciosas influencias del mundo moderno y de esa manera motivarles y ayudarles a transformarse en misioneros que vayan al mundo a difundir la verdad presente, se ha convertido en un medio eficaz para llegar al corazón de muchos niños, jóvenes y padres con la luz del evangelio de salvación. Así, mientras se les entrega las herramientas para ser mejores ciudadanos en el mundo de hoy y ser un aporte en la sociedad que les necesita en forma desesperada, se les prepara para la patria futura, para el gozo de un servicio superior en las mansiones celestiales del mundo venidero (cf. White, 2010, p. 13).

En este respecto, la educación adventista nos provee de ciertos elementos que apoyan la obra de evangelización a través de las instituciones educativas en todo el mundo. Ellas son:

1.    Políticas educativas públicas favorables. En la mayoría de los Estados en los cuales nuestras instituciones educativas están presentes se cuenta con políticas públicas que favorecen la enseñanza de los valores y principios bíblico-cristianos. La promoción y defensa de las libertades civiles, principalmente de la libertad religiosa, de culto o de conciencia, se ha transformado en un aliciente para la difusión de las verdades bíblicas en nuestros salones de clases. Sin mayor problema en todos los lugares donde nuestra obra educativa marca presencia se habla de nuestro gran Dios Creador, de nuestro Salvador Jesucristo, de nuestro Consolador el Espíritu Santo, de la veracidad de la Biblia como Palabra de Dios y sus sagradas enseñanzas.

2.    Infraestructura adecuada. Con los años, los edificios que son propiedad de la obra educativa adventista se han puesto a la vanguardia respecto a lo que los Estados exigen de las instituciones educativas. Esto provee de espacios amplios, seguros y aptos, no sólo para la enseñanza de las ciencias de este mundo, sino también para la enseñanza de la ciencia de la redención, la predicación del evangelio de Cristo. La mayoría de nuestras instituciones escolares poseen un edificio exclusivo para las actividades devocionales y espirituales (salones, capillas o templos) y esto le da un valor adicional a todo lo que se realiza en su interior a favor de la siembra del evangelio y del crecimiento espiritual de muchos alumnos y alumnas. Dicho de otro modo, nuestras escuelas disponen de un entorno que propicia y favorece de manera adecuada la predicación de la Palabra de Dios. Somos iglesias disfrazadas de escuelas.

3.    Un público cautivo. Cada día entran, caminan y salen por nuestras aulas y pasillos miles de niños y niñas, jóvenes y señoritas, madres, padres y tutores, que de ninguna manera pueden quedar inmunes a la influencia del evangelio predicado en nuestras instituciones. Con un plan de desarrollo espiritual y de evangelismo bien estructurado, como aquellos que nuestras escuelas poseen, ninguno de los que pasan por ellas puede hacer oídos sordos a las verdades bíblicas. Aún los hijos de padres adventistas hallan en nuestras escuelas instancias en las que pueden descubrir nuevas verdades espirituales y desarrollar en forma más plena sus talentos, capacidades y potencialidades. Y lo mejor de todo es que no necesitamos salir a buscar a quien predicarle o hablarle del amor y la misericordia del Señor. Ellos llegan a nosotros. Es un público cautivo que nos buscan, eligen y privilegian. De esta manera, la obra educativa se torna en la excusa perfecta para sembrar la semilla de la verdad.

4.    Personal docente y misionero calificado. Un muy alto porcentaje de los miembros del personal docente y no docente de nuestras instituciones educativas son miembros de la iglesia adventista con un elevado sentido de misión y compromiso con la obra evangélica. Hombres y mujeres fieles al llamado del Señor de ir, predicar, enseñar, hacer discípulos y bautizar. Pastores, capellanes, profesores misioneros (con y sin licencia y/o credencial misionera) y miembros del personal no docente forman parte de un equipo evangelístico de primera línea dispuestos a llevar adelante la sagrada misión de predicar la verdad presente y ser parte del triple mensaje angélico de Apocalipsis 14: 6-13. Aquí se hace eco de las palabras del profeta Daniel al afirmar que “los que instruyen a las multitudes en el camino de la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad” (Daniel 12: 3, NVI).

5.    Curriculum que integra la fe y la enseñanza. Jesús afirmó que “serán todos enseñados por Dios” (Juan 6: 45, RVR60). En todas las instituciones educativas adventistas alrededor del mundo en los niveles primarios, medios y superiores el curriculum integra la enseñanza formal de los contenidos exigidos por las diversas autoridades educativas de los Estados en los cuales nuestra obra educativa tiene presencia con las enseñanzas bíblico-cristocéntricas sobre el origen y destino del hombre y del universo, la condición humana, la obra pasada, presente y futura de Cristo a favor del mundo sufriente, las normas de conducta y hábitos de vida bajo las cuales un cristiano debe vivir, incluidos los Diez Mandamientos y la plena vigencia del sábado como día de reposo, y la gran esperanza futura para la humanidad, el pronto regreso en gloria de nuestro Señor Jesucristo. La Biblia y sus claras enseñanzas son parte de los conocimientos con los cuales nuestros alumnos se empapan cada día. Momentos diarios de reflexión y jornadas de énfasis espiritual, entre otros, son actividades que complementan lo anterior.

Conclusión
Básicamente, nuestra historia denominacional está plasmada de una mezcla casi inseparable de la misión evangélica unida a nuestra misión educativa. Los ejemplos mencionados al inicio se multiplican en cada rincón en donde nuestra iglesia está presente. Por otro lado, varios factores como los indicados (y otros que el lector pueda reconocer en su propio contexto) favorecen la obra evangélica en nuestras instituciones educativas.

Es privilegio y responsabilidad de todos nosotros ser un aporte significativo en este respecto de tal manera que desde alguno de estos dos frentes importantes del trabajo eclesiástico, el evangélico o el educativo, podamos cumplir con el mandato de Cristo: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura” (Marcos 16: 15, NVI).

Referencias
Greenleaf, Floyd (2010). Historia de la educación adventista. Una visión global. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
Misión Niños (2012). Informe Misionero Mundial, 103 (3). Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
White, Elena G. de (2010). La Educación. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.

jueves, 9 de agosto de 2012

El hogar, las Escrituras y la formación moral de los hijos(as)


¿A qué edad comienza la educación?
El hogar, las Escrituras
y la formación moral de los hijos(as)

Víctor Jofré Araya, Magíster © en Educación Religiosa
Colegio Adventista de Arica – julio 2012


“También debes saber esto –escribió el anciano Pablo a su joven hijo en la fe Timoteo- que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3: 1). Basta leer cualquier periódico o ver un canal de noticias para darse cuenta que en nuestra sociedad se está produciendo un colapso cada día más crítico en cuanto a los valores morales. Lo peor de todo es que, en muchos casos, son niños y jóvenes los que se ven involucrados con acciones y estilos de vida reñidas con la moral y las buenas costumbres: robos, atentados, violaciones, asaltos, homicidios, riñas callejeras, uso y abuso de tabaco, alcohol y otras drogas, etc. Sin embargo, hay una realidad todavía peor: uno de aquellos niños o jóvenes puede ser tu hijo.

Por una parte, las estadísticas reportan que casi la mitad de los niños y niñas que se han criado sin padres tienen serias posibilidades de caer en prisión durante su adolescencia (Estadísticas escalofriantes, s/f.; Caballeros de Colón, 2012; Pérez, 2012). Por otro lado, cada vez existen más padres y madres que depositan en las escuelas toda la responsabilidad de la educación de sus hijos, desvinculándose de cualquier carga. ¿Cómo podríamos evitar que esa cruda realidad se haga presente en nuestros hijos e hijas?

El siguiente ensayo tiene como propósito demostrar que la educación que considera los principios bíblicos enseñados en el hogar durante los primeros siete años de vida, la llamada primera infancia, antes de la etapa escolar, tiene mucho que ver con impedir que muchos hijos e hijas deformen su carácter y estén mejor preparados para enfrentar los desafíos que implica la escolaridad. Pues, como ha escrito una famosa educadora y psicóloga cristiana, “tú debes pasarle a la próxima generación la antorcha de los valores morales firmes y de la gracia de Dios, y debes hacerlo pronto” (Kuzma, 2008, p. 500).

¿Sobre quién recae la responsabilidad de la educación moral de los hijos e hijas?

Esta pregunta es muy fácil de responder, pero muy complicada de llevar a la práctica: sobre los padres, en el seno familiar. El hogar ha sido a través de la historia (y lo continua siendo en la actualidad) la agencia educadora básica, fundamental y universal y, por tanto, se espera que los padres y madres sean los primeros y más influyentes maestros, “con la responsabilidad de reflejar el carácter de Dios en su relación con sus hijos. Todo el ambiente familiar contribuye a formar los valores, las actitudes y la cosmovisión de los niños y jóvenes” (Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día. Departamento de Educación, 2001). Las demás agencias educativas de cualquier sociedad, incluidas la iglesia y la escuela, complementan la función primaria y primordial del hogar.

Se estima que la labor docente, tanto de padres como de maestros, es uno de los derechos y deberes propios de la vida familiar. Pero fue a partir del siglo XIX en que el Estado asumió su responsabilidad exclusiva en el proceso formativo de los niños en contraposición al anterior dominio de las instituciones eclesiásticas. Esto produjo una merma en la participación de la familia en el proceso educativo relegando a un plano secundario la función socializadora y espontánea de la comunidad hogareña. “Sin embargo, pese a decisiones políticas y proyectos secularizadores, hoy se reconoce la importancia de la familia en la formación psicológica, en el desarrollo de las capacidades individuales y en la estabilidad emocional de los individuos” (Aizpuru, 1988. Citado por Aviña Zepeda, 2007, p. 33). La tendencia actual es volver a una situación de hace tres o cuatro siglos, cuando la educación era principalmente hogareña y se basaba en principios morales y normas de comportamiento.

Dicen las Sagradas Escrituras: “Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón y las repetirás a tus hijos” (Deuteronomio 6: 6-9; 11: 18-20). De Jesús sabemos que fue educado por sus padres en el hogar, no de parte de los rabinos de la sinagoga de Nazaret. “Su madre fue su primer maestro humano.  De los labios de ella, y de los escritos de los profetas, aprendió las cosas del cielo” (White, 1993, p. 310). Así, Jesús “crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba” (Lucas 2: 40; cf. 2: 52). Su hogar no era rico, pero sin duda poseía una copia completa de las Escrituras Hebreas en pergaminos o en papiros. A partir de los tres años, en que comenzaba la educación hogareña de los niños judíos, o por lo menos desde los cinco, en que comenzaba la educación de la Torah, sus padres le instruyeron en las verdades eternas de las Sagradas Escrituras (cf. Wight, 1997, p. 127). Y de Timoteo, discípulo del gran apóstol Pablo, se dice que era un joven de buen testimonio que había sido instruido desde la niñez en los principios de la Palabra de Dios por su madre Eunice y por su abuela Loida. Ambas mujeres piadosas hicieron eco del mandato divino y alejaron a Timoteo de los placeres terrenales de su tiempo. Aunque su padre era griego, es decir, un pagano, la paciente, pero decidida instrucción bíblica de su madre y su abuela tuvieron mayor influencia en su vida, de tal manera que fue llamado por Pablo al ministerio evangélico (Hechos 16: 1-3; 1 Timoteo 1: 12; 2 Timoteo 1: 5; 3: 14-15).

Es importante considerar que, aunque los padres no estén directamente involucrados, el carácter moral de sus hijos estará constantemente siendo modelado y desarrollado para bien o para mal. Por lo tanto, la presencia paternal continua en su formación tendrá gran significado. En los hogares modernos en los cuales tanto madres como padres están mucho tiempo ausentes no es de extrañarse que el modelado del carácter moral de muchos niños no esté siendo realizado de la manera idónea. Es más, muchos agentes externos como la publicidad, la televisión y las entretenciones propios de nuestros tiempos, podrían más bien estar deformando la moralidad de muchos niños y niñas.

Enseñándoles a orar en forma personal, a leer y estudiar la Biblia por su propia cuenta, a escuchar atentamente las enseñanzas sobre Dios y a tener conciencia de la presencia de Cristo en sus vidas, se dan pasos agigantados en su formación moral y espiritual. Dios en el corazón de los niños y un continuo espíritu de oración (principalmente, la oración intercesora) aleja el egoísmo y la envidia y promueve un corazón generoso, altruista y empático. Nace en su corazón el deseo de hacer lo bueno y aborrecer lo malo. También el respeto, la responsabilidad y la perseverancia se desarrollan notablemente. “Con el ambiente adecuado, todos los niños pueden aumentar su inteligencia moral. Nuestra tarea como padres es ayudar a nuestros hijos a ser inteligentes en lo que tiene que ver con entender y hacer lo correcto, lo bueno, lo que es aceptable para Dios y para la sociedad” (Kuzma, 2008, p. 504).

¿Cuándo se debe comenzar la educación moral de los hijos e hijas?

Cuanto antes, mejor. Tenemos pocos años para influenciar sobre los hijos. Cuanto más temprano comiencen los padres a inculcar valores positivos en ellos y cuánto más temprano se corrijan las conductas inapropiadas o negativas, más fáciles serán ambas tareas. Las Escrituras son claras en este respecto: “Desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras las cuales te pueden hacer sabio” (2 Timoteo 3: 15). “Instruye al niño en su camino y aún cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 20: 6). Por otro lado, se exhorta a los padres a repetir las enseñanzas del Señor a los hijos en casa, en el camino, al acostarse y al levantarse, en todo tiempo (Deuteronomio 6: 6-9; 11: 18-20). El consenso es que debe ser antes de los siete años. A propósito de lo mismo, se ha escrito:

“La educación comienza cuando el niño está en los brazos de su madre. Mientras la madre moldea el carácter de sus hijos, los está educando […] La obra de educación y formación debería comenzar en la primera infancia del niño, pues entonces la mente es más impresionable, y las lecciones impartidas se recuerdan mejor” (White, 2008, p. 19).

“Los primeros tres años son el tiempo cuando se dobla la diminuta rama. Las madres deberían entender la importancia que existe en ese período. Entonces es cuando se establece el fundamento” (White, 2008, p. 102).

“Las lecciones que aprende el niño en los primeros siete años de vida tienen más que ver con la formación de su carácter que todo lo que aprende en los años futuros” (White, 2008, p. 102).

“La influencia que se ejerce sobre un niño en sus más tiernos años imprime una tendencia a su carácter y modela su destino” (White, 2008, p. 105).

Las actitudes que el niño aprende durante los primeros cinco a siete años serán permanentes. Cuando las oportunidades proporcionadas por esos años son desperdiciadas, se pierden para siempre” (Van Pelt, 1996, p. 132).

“Los primeros siete años de la vida de un niño proveen una ventana de oportunidades para la formación de los valores” (Kuzma, 2008, p. 555).

“Los primeros siete años de vida del ser humano son cruciales… La enseñanza que se les proporcione durante sus primeros siete años, guiarán al niño a través de su vida para poderlo dotar de una base firme en valores, en amor a sus padres, familia y amigos, y es ahí cuando se debe fomentar el respeto y los principios morales para obtener una acción futura correcta y sana" (Unidad de Comunicación Social, 2012).

¿Cuál debería ser el libro fundamental en la formación moral de los hijos e hijas?

“Todos tus hijos serán enseñados por Jehová y se multiplicará la paz de tus hijos” (Isaías 54: 13). Jesús también lo afirmó: “Y serán todos enseñados de Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí” (Juan 6:45). Dios es la fuente de valores morales para todo ser humano. Su voluntad está expresada en las Sagradas Escrituras y allí se encuentra el sustento adecuado para la educación moral de niños y niñas: “Porque su Dios le instruye y le enseña lo recto” (Isaías 28: 26); “Él enseñará a los pecadores su camino… y enseñará a los mansos su carrera” (Salmos 25: 8, 9); “Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar” (Salmos 32: 8). El salmista David preguntó: “¿Con qué limpiará el joven su camino?” Y él mismo respondió: “Con guardar tu Palabra… En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Salmos 119: 9, 11). El apóstol Pablo afirma que “toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16, 17).

Jesucristo enseñó que aquel que oye su Palabra y la pone en práctica es semejante a un hombre prudente que al construir su casa cavó hondo y puso el fundamento sobre la roca. La lluvia, el torrente y los vientos dieron contra aquella casa, pero no cayó porque estaba fundada sobre roca. Contrario a eso, a quien oye y no practica le hizo semejante a un hombre insensato que edificó sobre arena, sin fundamento. La lluvia, el torrente y los vientos la arrasaron y la ruina fue grande (Mateo 7: 24-29; Lucas 6: 46-49). Los hijos necesitan comprender desde sus más tiernos años que sólo cimentados en la firme roca de la Palabra de Dios se puede estar de pie frente a la tentación y la adversidad. El salmista asegura:

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace, prosperará” (Salmos 1: 1-3; cf. Jeremías 17: 7, 8).

Un buen ejercicio familiar para enseñar valores morales a los hijos basados en las Escrituras es tener momentos fijos durante el día, en la mañana, en la tarde o en ambas, si el tiempo o las ocupaciones lo permiten, a través del culto familiar u otras instancias de reflexión. Una simple oración de los padres con y por sus hijos puede dejar una marca espiritual indeleble en sus mentes. La amonestación de Dios era que al acostarse y al levantarse sus enseñanzas fueran dadas a los hijos por los padres (Deuteronomio 6: 6-9; 11: 18-20). Según algunos estudios, “aquellos hijos que han crecido con cultos diarios con sus padres están interesados en seguir los valores religiosos de sus padres y muestran mayor resistencia a tentaciones tales como las drogas y el abuso del alcohol” (Kuzma, 2008, p. 540). También se afirma que “las lecciones de la Biblia tiene influencia moral y religiosa en el carácter, cuando se las pone por obra en la vida práctica” (White, 2008, p. 26).

¿Qué papel se le debe asignar al referente paterno y materno en la formación moral de hijos e hijas?

“Yo sé que [Abraham] mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová” (Génesis 18: 19). Durante la primera infancia, nadie ejercerá mayor influencia en la dirección de la vida moral en las frágiles, pero receptivas mentes de los niños y niñas, que el buen ejemplo de sus padres y madres o, en su ausencia, de cualquier adulto significativo.

Se dice que los patos buscan un referente a seguir apenas rompen el cascarón. Cualquier cosa que llame su atención y que esté en movimiento será para el recién salido del huevo su principal foco de interés y le seguirá. También los hijos. Su principal modelo serán sus padres, pues son quienes están allí desde el momento de su nacimiento, y aún desde antes. La influencia paterna y materna será un sabor de vida para vida o de muerte para muerte que afectará sus creencias y actitudes, valores y acciones. Todo lo que se quiera grabar en sus mentes debería estar muy internalizado primero en la propia vida y experiencia paterna. Para esto es necesario estar en una estrecha comunión con el Padre celestial, pues de él recibimos la sabiduría y la fortaleza necesaria para criar, guiar e instruir a los pequeños. Según la amonestación del Señor las palabras enseñadas a los hijos e hijas deberían estar grabadas primero en el corazón de los padres (cf. Deuteronomio 6: 6; 11: 18)

Jesucristo afirmó de su actuar que se debería seguir su ejemplo y Pablo exhorta a la iglesia a ser imitadores de él, tal como él lo fue de Cristo (Juan 13: 15; 1 Corintios 4: 16; 11: 1; Efesios 5: 1; Filipenses 3: 17). Así también los padres, no deberían pedir o exigir nada de sus hijos que no estén dispuestos a poner en práctica o que estén llevando a la práctica en su propia experiencia como hijos de Dios. El ejemplo paterno puede hacer mucho en la creación de hábitos y de costumbres y en la formación moral de hijos e hijas. Una buena pregunta a formular en este respecto es: “En mi lugar, ¿qué haría Jesús?” La respuesta a esta pregunta liberará de malos ratos, desgracias e infortunios.

Se dice de Jesús que “en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (Lucas 4: 16). Sin ninguna duda, aquella buena costumbre de adorar a Dios en su día sagrado fue inculcada por sus padres, quienes también, de acuerdo a su costumbre, iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua y llevaron a Jesús a dicha fiesta apenas cumplió los doce años, pues así lo decía la tradición de los rabinos (Lucas 2: 41, 42).

Pero, ¡cuidado! El carácter moral se evidencia en la crisis, cuando la adversidad toca a la puerta, en el peor momento. Por lo mismo, “la forma en que manejas la crisis, cómo reaccionas a lo inesperado, el espíritu con que satisfaces las necesidades de tus hijos y los cuidas cuando han hecho un lío o han destruido inocentemente algo valioso, eso es lo que determina tu verdadero carácter” (Kuzma, 2008, p. 509). Ser ejemplos en la formación del carácter de los hijos desafía a formar el propio carácter también. Conseguir un carácter moral consistente que ejerza una influencia positiva en los hijos es una tarea en la que se debería embarcar todo padre cada día. La propia naturaleza moral paterna debe ser moldeada a la semejanza divina. El carácter de Cristo debe ser impreso en el corazón de cada padre y madre y de todo aquel que se empeñe en la tarea de formar el carácter moral de un niño. Padres, madres, maestros y tutores tienen el mismo desafío por delante.

Conclusiones

El Señor prometió que la obediencia a sus preceptos y enseñanzas, el amor a Dios y el andar en todos sus caminos, darían como resultado que los padres y sus descendientes “prolongarán su vida sobre la tierra que el Señor juró” (Deuteronomio 11: 21). El quinto mandamiento de la Ley de Dios asegura que los días serán alargados para aquellos que obedezcan a Dios honrando a su padre y a su madre (Éxodo 20: 12; Deuteronomio 5: 16; Efesios 6: 1-3). En otras palabras, se promete un augurioso porvenir para quieres estén dispuestos a conformar sus vidas con el ideal divino del carácter moral trazado en la Palabra de Dios. Un niño y una niña que desde su más tierna infancia recibe de sus padres o tutores las preciosas enseñanzas de las Escrituras en el sano y espontáneo ambiente del hogar, por precepto y por ejemplo, por prescripción y por acción, estará formando un carácter moral tal que su aroma será percibido a una larga distancia y cuya influencia se prolongue en el tiempo. Y por otro lado, padres y madres que asuman su compromiso de cumplir este ideal en sus hijos estarán dando una señal clara de amor y entrega por ellos. Las verdades, valores y principios eternos de la Palabra de Dios impresos en el corazón de padres e hijos serán un sabor de vida para vida, cuyo fruto podrá ser degustado aquí y en la eternidad.

Referencias

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Estadísticas escalofriantes, s/f. Recuperado el 22 de julio de 2012 desde http://www.reocities.com/apinpach/estudios/estadescal.htm
Kuzma, K. (2008). Lo que deberías saber acerca de los primeros 7 años. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
Nancy Van Pelt (1996). Filhos. Educando com sucesso. Brasilia: Casa Publicadora Brasileira.
Pérez, O. (2012). El impacto determinante de la ausencia paterna. Recuperado el 23 de julio de 2012 desde http://familia.aollatino.com/2012/02/05/padre-ausente/
Unidad de Comunicación Social (2012). Los siete primeros años de vida definen la conducta del ser humano. Recuperado el 21 de julio de 2012 desde http://www.saludtab.gob.mx/index.php?option=com_content&view=article&id=417:los-siete-primeros-anos-de-vida-definen-la-conducta-del-ser-humano&catid=1: latest-news&Itemid=50
White, E. G. de (2008). La conducción del niño. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
White, E. G. de (1993). El Ministerio de Curación. Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana.
Wight, F. H. (1997). Usos y costumbres de las tierras bíblicas. Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz.